sábado, 14 de marzo de 2015

ESPÍAS QUE SABEN LATÍN



Washington, D. C., primeros años de la década de los ’80, la Guerra Fría entre EE.UU y la URSS está en plena ebullición -disculpadme el oxímoron- y el espionaje, las traiciones y defecciones a la orden del día. Los espías, sin embargo, están lejos de ser esos hombres de gabardina beige y sombrero bien calado que vigilan a través de los agujeros de un periódico apostados en una farola. No, los miembros de la KGB son sorprendentemente parecidos a la gente corriente y hasta pueden vivir en la puerta de al lado. Es el caso de Philip y Elizabeth Jennings, cuyos hijos adolescentes ignoran que la agencia de viajes de sus padres es una simple tapadera, que el inglés no es su lengua materna y que llevan dos décadas simulando ser la perfecta pareja estadounidense, cuando, en realidad, son agentes secretos de la inteligencia soviética. Para desempeñarse con éxito en tal empresa, todo recurso es poco, claro está, y los espías de uno y otro bando se ven obligados, incluso, a saber latín. Así lo demuestran en el siguiente clip.


Recién entrados en la última recta del trimestre -¡buf!-, aprovecho la ocasión que me brinda The Americans para retornar, en clara estructura circular, a los orígenes del mismo. Si recordáis, mis jóvenes amigos, iniciamos enero estableciendo la diferencia entre forma patrimonial, cultismo y latinismo, que más os vale tener clara para el examen del miércoles -ejem, ejem-. Y hablando de exámenes, ¿por qué no empezarlo antes de tiempo? Hoy nos hemos levantado generosos y ofrecemos por aquí 0’5 puntos extra al primero que ponga un ejemplo de cultismo y otro de forma patrimonial de la raíz latina mencionada en el vídeo. Y... 0’5 puntos más al primero que explique qué es un oxímoron y por qué lo es “la Guerra Fría está en plena ebullición”. Las respuestas, sobra decirlo, han de ser razonadas y claras.
Así que ya sabéis, muchachos, pensad, pensad...

domingo, 8 de marzo de 2015

VIRIATO, TERROR ROMANORUM: “ROMA NO PAGA A TRAIDORES”



El mundo clásico mantiene una relación ambivalente con sus traidores. Todo depende, como suele suceder, del punto de vista. Así, si el otro día veíamos cómo la resistencia heroica de los Trescientos de Leónidas en el paso de las Termópilas solo fue superada cuando el infame pastor Efialtes les indicó a los persas de Jerjes una vía alternativa, no se suele mencionar demasiado que fue la insistencia del griego Sinón, fingido desertor del ejército griego, la que finalmente logró que los troyanos introdujeran en sus murallas el regalo más envenenado de la “Historia”: el caballo de madera.
Por lo que se refiere al mundo romano, uno de los episodios más célebres de los inicios de su Monarquía es el de la muchacha Tarpeya, relatado por Tito Livio en Ab urbe condita. Según cuenta el historiador, durante la guerra entre romanos y sabinos iniciada por el célebre rapto, la joven Tarpeya, hija del oficial al mando de la guarnición romana, se comprometió a franquearles el paso a los sabinos a cambio de lo que estos llevaban en el brazo izquierdo. Creía, cándida ella, que iba a recibir los brazaletes de oro, cuando lo que obtuvo a cambio de su traición fue la muerte, aplastada por el peso de los escudos que los sabinos portaban también con la zurda. Su nombre se convirtió en el de la roca desde la que, desde entonces, los romanos arrojaron a todos los traidores.
Pero, al igual que los griegos, también los romanos se beneficiaron en ocasiones de prácticas no demasiado honorables. Uno de los casos más conocidos afecta, de hecho, a un compatriota nuestro, el guerrero lusitano Viriato, que durante el siglo II a. C. resistió los intentos romanos de hacerse con el control de las actuales Zamora, Salamanca y parte de Portugal. Solo mediante una traición logró Roma deshacerse de Viriato, aunque, bien por usura, bien por orgullo, no quiso después recompensar a los traidores. De ahí el enigmático subtítulo de esta entrada.
Vuestra tarea de hoy consiste, mis nobles amigos, en relatar la historia del final de Viriato, cuyas victorias le valieron el sobrenombre de terror Romanorum, el terror de los romanos.
Por cierto que Viriato, terror Romanorum, es el nombre que tres amigos zamoranos han elegido para bautizar una cerveza artesanal de factura relativamente reciente, aunque por su fuerza y su sabor muy bien podría llamarse terror Belgarum, pues nada tiene que envidiarles a sus homólogas belgas.  
Ya lo véis, muchachos, el latín y la Historia de Roma se abren paso también hasta nuestros gaznates en forma de cebada líquida. ¿Quién dijo muerto? ¿Quién dijo inútil?


lunes, 2 de marzo de 2015

RELATOS FANTÁSTICOS (III): CASTIGOS INFERNALES A TERRIBLES CRIMINALES



Hace ya unos cuantos años, una célebre marca comercial de bebidas energéticas inició una magnífica campaña publicitaria cuyo lema, “R. B. te da alas”, si no me equivoco, aún mantiene. Uno de los primeros spots venía protagonizado por un sufrido personaje, célebre habitante del Tártaro, condenado por toda la eternidad a llevar una roca más que pesada hasta la cima de una montaña. Cada vez que Sísifo, que así se llamaba, estaba a punto de lograr su meta, la roca rodaba de nuevo hasta el pie y tocaba volver a empezar. 

Así se las gastaban los griegos cuando de condenas se trataba. Otros célebres sufrientes del inframundo fueron Tántalo y las Danaides, cuyos tormentos no faltan en ninguna descripción del “Infierno” más clásico.
Vuestra tarea en esta ocasión es explicar brevemente cuál fue el crimen de Sísifo y cuáles los de Tántalo y las Danaides, así como describir los tormentos de estos últimos. Vuestra tarea, vamos a ponéroslo fácil, es rellenar en vuestro cuaderno la siguiente tabla.


Crimen
Castigo
Sísifo

Empujar una pesada roca hasta lo alto de una montaña durante toda la eternidad

Tántalo




Danaides




La cosa, como la novela de Dostoyevski, va de Crimen y castigo. Así que ya sabéis, mis aguerridos amigos, leed, leed, y, dejadme que recurra por una vez a la lengua de la pérfida Albión, fill in the blanks!