La lluvia martillea
pertinaz la muy oscura ciudad de Seattle, mientras Linden y Holder, adicta a
los jerséis de lana ella y a la comida macrobiótica él, intentan averiguar qué
ha sido de Rosie Larsen, cuya pista se pierde en un casino. Es el final de la
magnífica primera temporada de The
Killing y todos los indicios parecen apuntar a Richmond, viudo
desconsolado, concejal y candidato a gobernador que, ¡oh sorpresa!, participa
en un chat con el muy revelador nickname
de Orfeo.
La historia del
legendario poeta griego, capaz de infundir vida y de amansar a las bestias con
su música, se bosqueja brevemente en esta secuencia. Vuestra tarea en esta
ocasión es doble. En primer lugar, debéis acudir a ya sabéis qué manual de
referencia de tono amarillo -¡premio, el Grimal!- y narrar -aquí o en vuestros
cuadernos- el mito.
Solo entonces estaréis
en condiciones de explicar por qué nuestro temible, o no, concejal tiene
motivos para identificarse con Orfeo.
Buscad, buscad, mis
jóvenes amigos, que yo, mientras tanto, prepararé material para pasar una
temporada en el Infierno. ¡Ja, ja, ja, ja!