sábado, 31 de enero de 2015

RELATOS FANTÁSTICOS (I): LOS ORÍGENES



Cuando dentro de un par de años lleguéis a Bachillerato y -Lomce volente- estudiéis Filosofía, os contarán que los griegos fueron los primeros en plantearse de modo racional el Origen, así, con mayúscula, o ἀρχή (arché) de las cosas. Os contarán también que en su pensamiento se aprecia el paso del mito al λόγος (lógos), a saber, del relato maravilloso a la razón. Los griegos son, así pues, los padres de la Filosofía y de la Ciencia, lo que, estaréis conmigo, no es moco de pavo.
Sabéis, sin embargo, que aquí somos unos románticos y que, aunque somos más que capaces de darnos al pensamiento racional, nos encanta también disfrutar de una buena historia. El acervo mítico griego está plagado de ellas. En estos pocos meses habéis leído, por ejemplo, acerca del rey Minos y Pasífae, del Minotauro, de Dédalo e Ícaro, de Teseo y Ariadna, de héroes casi, casi invulnerables, y seguiremos maravillándonos con relatos tan increíbles como siniestros y truculentos. Estas historias sirvieron, en su momento, como cosmogonía (“origen del mundo”) o como relato etiológico (“que se ocupa de las causas”).
Empecemos, pues, por el principio. Hesíodo (s. viii a. C.), autor de Teogonía y de Trabajos y Días, relató el origen del mundo desde el Vacío o Caos, cómo el Cielo o Urano cubrió -ejem, ejem- a Tierra o Gea e intentó evitar después que sus hijos salieran de ella, hasta que Cronos logró salir de su rebosante madre y con una hoz -¡zas!- rebanó los genitales de su padre. De las gotas de sangre salpicadas nacieron las Erinias o Furias. En cuanto a los genitales amputados... fueron flotando por el Mediterráneo y de la espuma que produjeron nació, cómo no, Afrodita, diosa del amor sexual.
No os azoréis ni sonrojéis, mis cándidos amigos, pues vuestra tarea no está relacionada con tan crudo mito, sino con el vídeo que sigue a continuación, sorprendente resultado de la labor de un grupo de investigación llamado Panoplia que se ha propuesto recontar la mitología clásica sirviéndose de las imágenes de la cerámica griega. Se reproduce en este caso el mito de Pandora, que relata Hesíodo como explicación del origen del mal en el mundo y del que trataremos largo y tendido, no sin que antes os preparéis leyendo sobre él en el Diccionario de Grimal y dejando un resumen de no más de 20 líneas en forma de comentario. Tenéis una semana.


sábado, 24 de enero de 2015

MÁS GUERRAS MÉDICAS PARA SUBIR EL ÁNIMO



No deja de ser curioso, o mejor, paradójico, que en estos tiempos en que tanto nos toca justificar la vigencia del mundo clásico, no dejen de multiplicarse las referencias a este en los ámbitos más variados. En este mismo lugar hemos dejado ya unos cuantos ejemplos entresacados de series y películas más o menos conocidas y con fines de lo más diverso.
Sí es cierto, no obstante, que las más de las veces se acude al mundo grecolatino en busca de materiales con los que inspirar y, palabra muy de moda por aquí y por allí, motivar. Así, Pep Guardiola se hizo célebre en su etapa como entrenador del Barça no solo por la calidad del juego y los triunfos de su equipo, sino también porque, al parecer, poco antes de los partidos importantes, hacía ver a sus jugadores un vídeo en el que combinaba imágenes del Barça con otras de la película Gladiator de Ridley Scott, el lema de cuyo protagonista no es otro que “fuerza y honor”.


Sin embargo, cuando de arengar se trata, se acude con mayor frecuencia a los célebres 300 espartanos inmortalizados en el cómic de Frank Miller y, más aún, en la célebre película de Zack Snyder. De hecho, el día que con ocasión de San Crispín os expliqué qué era una arenga y os “regalé” el discurso de Enrique V de Shakespeare, fue la frase del espartano Leónidas “esta noche cenaremos en el infierno” la primera que se le ocurrió al bueno de Aitor como ejemplo. 

300 acontece durante las Guerras Médicas y desarrolla bastante libremente lo sucedido durante la célebre derrota griega de las Termópilas, en la que una coalición de aliados griegos resistió durante días, bajo la dirección de unos pocos espartanos -los trescientos del título-, a un ejército persa infinitamente superior comandado por Jerjes. Según lo relata Heródoto, uno de los más grandes historiadores griegos, tan solo mediante la traición de un siniestro personaje consiguieron los persas derrotar al ejército griego, que se había visto favorecido, hasta ese momento, por la orografía del lugar.
Vuestra tarea en esta ocasión consiste en:
1. averiguar la identidad de tal traidor,
2. descubrir el significado del topónimo Termópilas -pues es un nombre parlante- y
3. preparar un breve resumen de no más de 15 líneas en el que consten los datos fundamentales de la batalla: fecha, localización, contexto histórico, partes enfrentadas, desarrollo de la misma.
Valor, mis jóvenes amigos, o, que dirían los guerreros de Leónidas, ¡au, au, au!

jueves, 15 de enero de 2015

UNA DE “MÉDICOS” Y MARATONES



Nos empeñamos en hablar de griegos y de Grecia, como si de un único pueblo o estado se tratara pero, cuando empleamos estos términos para la edad Antigua, al menos para la época arcaica, caemos en un anacronismo, pues lo que hoy denominamos Grecia fue en realidad durante siglos un conglomerado de ciudades-estado (πόλεις) independientes, cuyo único punto de unión era la lengua.
Lo estudiábamos a comienzos del cada vez más lejano septiembre. Igual que Charlie Brown y sus amigos solo escuchan un farfullar sin sentido cuando hablan los adultos, así también los griegos de la Antigüedad oían tan solo bar-bar-bar cuando escuchaban hablar una lengua que no fuera la propia. De ahí el término bárbaro (βάρβαρος) para referirse a los extranjeros. Se trata de una palabra de origen onomatopéyico.


Al margen de la coalición griega que, según la leyenda y los textos homéricos, arribó a las costas de Troya, tenemos que esperar al siglo V a. C. y a las Guerras Médicas para volver a ver la unión de los pueblos griegos, una vez más, para hacer frente a un enemigo externo.
Las Guerras Médicas, que nada tienen que ver con la salud, sino con los medos o persas, enfrentaron a un Imperio Persa en expansión, bajo la dirección primero de Darío y después de Jerjes, y a un grupo de ciudades griegas que intentaron apoyar a las colonias jonias de Asia Menor que aquellos habían conquistado. Aquí os dejo un mapa para que os hagáis una idea aproximada de lo que estuvo en juego durante el conflicto. 


Sobre él trataremos durante los próximos días pero supongo, amigos míos, que estáis ya echando de menos un nuevo palimpsesto y, sobre todo, un enigma con el que entretener la materia gris empachada de turrones y cava. Ahí vamos, pues.
El caso es que a estas guerras se remonta el origen de segunda prueba más larga del deporte rey, que no, señores, no es el fútbol, sino el atletismo. Hablamos, por supuesto, del maratón, una carrera de 42 km que la élite mundial recorre, hoy por hoy, en poco más de ¡dos horas! En concreto, Kimetto, el plusmarquista mundial, lo hizo en Berlín el pasado septiembre en 2h03:23. Aquí os dejo el tráiler de un interesante documental sobre tan magnética prueba, no sin antes haceros un encargo. Y es que la primera tarea del año es descubrir por qué el origen del Maratón se remonta a las Guerras Médicas.
En vuestros comentarios no debería faltar la identificación del topónimo Maratón, así como la descripción de lo que allí aconteció durante el conflicto y la relación con los infernales 42 km. que hoy recorren los locos de la carrera.
Corred, corred, mis jóvenes amigos.


jueves, 8 de enero de 2015

¡HABLAMOS LATÍN!



Una de las frases que, sin duda, más he repetido en clase, y fuera de ella, es la de “hablamos latín, aunque la gente no lo sepa”. El castellano, al igual que todas las lenguas románicas, es evolución directa del latín vulgar, es decir, del latín hablado; no el de los redondos discursos de Cicerón o la ordenada prosa de Julio César, no el del sentido verso de Virgilio o el jugoso relato de Suetonio, no, sino el que Fulano y Mengano empleaban para comentar el precio del pan, las virtudes de este o aquel gladiador de Campania o de aquella prostituta -¡ejem!-de Pompeya.
Sin embargo, esta filiación entre latín y castellano no es siempre fácil de percibir. En efecto, se hacen necesarios ciertos conocimientos de fonética histórica para saber, por ejemplo, que “huevo”, al igual que “oval” u “ovalado”, procede del latín ovum; o que “llave”, como su pariente refinado clave, procede de clavem. Frente a lo que pueda parecer, las formas más evolucionadas (“huevo”, “llave”), que más cambios han experimentado con respecto al punto de partida latina, son más antiguas en nuestra lengua. De hecho, estaban ya presentes en ese latín vulgar que antes decíamos. Si no parecen latinas, es porque la lengua hablada evoluciona: algunas consonantes finales se caen, algunas vocales simples se convierten en diptongos, etc. Estas palabras reciben el nombre de formas patrimoniales.
En cambio, “oval” o “clave”, mucho más parecidas al latín ovum y clavem, son más recientes -dentro de su lógica antigüedad-. Entraron en la lengua posteriormente para cubrir distintas necesidades comunicativas, procedentes ya no de la lengua hablada, sino del latín culto y escrito. Son los llamados cultismos.
En cualquier caso, unas y otras son palabras de origen latino. Además, hay espacio en nuestra lengua para palabras y expresiones que son un calco exacto del latín, que no han sufrido modificación alguna, y que se emplean con una frecuencia mucho mayor de la que creéis. Se trata de los latinismos. Curriculum vitae, deficit, superavit, ratio, grosso modo, stricto sensu, in loco parentis, in dubio pro reo, in extremis, in albis o el deus ex machina por el que aquel día preguntaba nuestro amigo Jake son solo algunos ejemplos característicos. Si miráis a vuestra derecha o al final de esta entrada, podéis ver algunos más bajo los epígrafes de “¡Un cerdo latinista!” y “las nuevas aventuras del -idem-”, viñetas firmadas por el genial Grant Snider.
Vuestra tarea, amigos míos, vuelve a ser mantener los ojos abiertos y traer a clase o a esta esquina cuantos latinismos os encontréis por el mundo, eso sí, con su correspondiente contexto. Y como sé que nunca está de más un pequeño estímulo -je, je, je- tenéis una semana para decirme el significado de los siguientes latinismos empleados por nuestro porcino amigo y redactar una oración que los incluya:
Aitor: Memento mori
Gorka: Persona non grata
Jake: Ex nihilo
Jorge: Terra incognita
María: Tabula rasa
Ya lo véis, mis jóvenes amigos, hablamos latín. ¿Me ayudáis a convencer a los escépticos?